martes, 12 de octubre de 2010

¿Digo lo que pienso?

A veces uno cree que tiene que decir todo lo que se le viene a la cabeza, y no es así. Y esto fue precisamente lo que el otro día conversábamos con unos amigos, en esas noches de rica comida y buen vino se me ocurre comentar que: “cuando pensaba que no podía decir todo lo que pensaba, me indignaba”…
Suficiente para que todos empezaran ha verter sus opiniones al respecto y aconsejarme sobre lo que tenía que hacer o dejar de hacer. Desde que dejara de pensar a que dijera lo que pienso, las variantes fueron de lo más diversas y hasta contradictorias. Algunos optaban porque fuera sincera y dijera lo que pienso sin medir consecuencias y otros por el contrario creían que debía dedicarme a no pensar…
A todo esto, mientras los miraba absorta, pensaba que ninguno de ellos me había preguntado por qué decía lo que decía y cuál era el motivo de mi indignación. Después de todo, había un motivo concreto y ninguno de ellos sabia cual era.
En ese momento comencé a explicarles que cuando era más joven efectivamente actuaba de manera impulsiva y sin medir consecuencias lanzaba a granel todo lo que se  me cruzaba por la mente sobre lo que creía que era correcto, le molestare a quien le molestare, no me quedaba con nada atragantado. Pero, a esta altura de mi vida y con algún camino recorrido, antes de hablar lo pensaba dos veces, consideraba a quien tenía enfrente y evaluaba si era necesario decir o mejor callar y seguir adelante.
¿Será maduración?, pensé…
Tal vez si, tal vez no, pero de lo que si estoy segura es de que no se puede andar por la vida diciendo con total sincericidio lo que uno cree, piensa o asegura sobre los otros; porque el otro es un ser que siente, piensa y vive como mejor cree…
Por lo tanto, ¿quiénes somos para andar corrigiendo, decidiendo, asegurando y advirtiendo sobre la forma de manejarse que tienen los demás?
Es probable que si dejáramos a cada uno ser como mejor le plazca, podríamos convivir de mejor grado en esta sociedad cada vez más intolerante a las decisiones ajenas…

2 comentarios:

  1. Querida: dedíquese a pensar que lo hace bien. Y cuando inaugure una frase, que sea una que explique por qué elige no abrir la boca.

    (Me alegra que vuelva a su blog):D

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  2. A mi también me alegra que vuelva a escribir...ya algún pajarillo me había dicho que se había aburrido de hacerlo...jajaja Traigo a colación aquel viejo proverbio que decía:

    No digas todo lo que sabes
    No hagas todo lo que puedes
    No creas todo lo que oyes
    No gastes todo lo que tienes

    porque...

    El que dice todo lo que sabe
    El que hace todo lo que puede
    El que cree todo lo que oye
    El que gasta todo lo que tiene


    a veces...

    Dice lo que no conviene
    Hace lo que no debe
    Juzga lo que no ve
    Gasta lo que no tiene.

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